Ecocardiografía
Cuando un paciente sin signos clínicos presenta una historia y una exploración física compatibles con una RM y/o RT, no suele ser necesario realizar una ecocardiografía para confirmar una EVC de fase temprana. La ecocardiografía permite confirmar la sospecha de una EVC cuando se detecta un soplo por primera vez. En los perros con riesgo de padecer una cardiomiopatía dilatada oculta (p. ej., razas grandes), la ecocardiografía es la prueba diagnóstica de elección. Por último, la ecocardiografía proporciona más información cuando se detectan signos clínicos inesperados (p. ej., ritmo cardiaco irregular en un perro sin otros signos clínicos).
Otras pruebas diagnósticas
Medir los niveles séricos de ciertos biomarcadores, en concreto el NT-proBNP, puede ser útil para identificar a los perros con un mayor riesgo de desarrollar un FCC en un año, tal y como se ha estudiado en este tipo de pacientes 8. Actualmente, esta prueba no se considera diagnóstica en pacientes con EVC sin signos clínicos, pero sin embargo, puede proporcionar información adicional 10. Además, es recomendable realizar otras pruebas diagnósticas teniendo en cuenta los resultados obtenidos en la exploración clínica del paciente (p. ej., un ECG si se detecta un ritmo cardiaco irregular) y cuando existen otras enfermedades concomitantes (p. ej., determinación de la presión arterial en caso de enfermedad renal).
Seguimiento
Puede ser muy útil, en un paciente con una EVC en estadio 2, realizar un seguimiento en casa de la “frecuencia respiratoria en reposo” (FRR) (Tabla 1). Se puede recomendar a los propietarios que controlen la FRR de su perro y que contacten con la clínica si la frecuencia es superior al valor normal (< 25 respiraciones por minuto) o al que se haya tomado como referencia 11.
Tabla 1. Controlar en casa la FRR del perro puede ayudar a detectar con antelación las alteraciones que se están produciendo, así como valorar la eficacia del tratamiento. Los siguientes puntos pueden ser de utilidad.
Pacientes con EVC y signos clínicos de FCC (estadio C y D según el ACVIM)
Historia clínica
Es posible que un perro con EVC y FCC presente un soplo cardiaco detectado con anterioridad y que permanezca sin signos clínicos durante un tiempo hasta que se manifieste un FCC. También es posible que algunos perros con RM hayan tenido episodios anteriores de tos seca pero con poca repercusión en su calidad de vida. El veterinario debe sospechar de FCC cuando en la anamnesis se describan varios signos indicativos de problemas respiratorios que pueden ir, desde el aumento de la frecuencia respiratoria y del esfuerzo, a la fatiga o cansancio rápido tras el ejercicio o, en raras ocasiones, hasta el síncope. Además, el paciente puede presentar signos de enfermedad sistémica como la pérdida de peso y alteraciones del comportamiento (p. ej., menos juguetón o más tranquilo). Hay que tener en cuenta que los perros con EVC y con un FCC previo se corresponden con el estadio C, puesto que necesitan tratamiento farmacológico para mantenerse estables.
Exploración física
En un paciente con un FCC (estadio C o D), se puede detectar un soplo cardiaco similar al de las fases tempranas de la enfermedad, pero además, se identifican otras alteraciones que indican un bajo gasto cardiaco o la retención de líquidos. Los perros con FCC izquierdo pueden presentar, como consecuencia de un edema pulmonar, un aumento en el esfuerzo respiratorio y tos. Si el FCC es grave puede aparecer cianosis y tos con expectoración de espuma blanca teñida de sangre. En la auscultación pulmonar suelen escucharse una variedad de ruidos respiratorios que pueden ir desde el aumento de los ruidos respiratorios hasta crepitaciones pulmonares fácilmente detectables, lo que indica acumulación de líquido en los alvéolos. La presencia de ascitis y la dilatación yugular indican un FCC del lado derecho. Esto puede deberse a una EVC de la tricúspide, a hipertensión pulmonar secundaria a una cardiopatía izquierda, o a una combinación de ambas. El ritmo cardiaco irregular puede indicar una EVC grave acompañada o no de FCC. Las arritmias normalmente están causadas por una dilatación auricular grave, y consisten en complejos prematuros auriculares, taquicardia y fibrilación auricular. Aunque no es frecuente, los pacientes con una EVC grave pueden desarrollar ectopia ventricular.
Si se sospecha un FCC en un paciente con un soplo cardiaco, compatible con una EVC, es necesario seguir realizando pruebas para poder valorar la gravedad del fallo cardiaco y diseñar el plan terapéutico más adecuado. Generalmente, las radiografías torácicas proporcionan información sobre la presencia, ausencia y/o gravedad del FCC, mientras que con la ecocardiografía se obtiene información sobre la enfermedad subyacente y sobre el desarrollo de posibles complicaciones, como la hipertensión pulmonar.
Radiología
La evaluación del tamaño del corazón, junto con el hallazgo de alteraciones del corazón izquierdo (patrón intersticial o alveolar junto con agrandamiento de la aurícula izquierda e ingurgitación venosa pulmonar), en un paciente con signos clínicos, permite establecer el diagnóstico de FCC. Esta imagen radiográfica inicial se puede tomar como referencia para poder comparar la evolución del paciente una vez instaurado el tratamiento (Figura 8). Las radiografías de los pacientes con signos clínicos de FCC derecho (especialmente ascitis) son útiles para detectar la existencia de efusión pleural y valorar el estado de las estructuras del corazón derecho (incluyendo a las arterias pulmonares), lo que permitirá confirmar, en su caso, una hipertensión pulmonar. Cuando la cardiopatía izquierda provoca una hipertensión pulmonar con la consecuente insuficiencia cardiaca derecha, se puede observar un agrandamiento de ambas partes del corazón (derecho e izquierdo). Las radiografías seriadas son esenciales para poder evaluar el resultado del tratamiento y realizar el seguimiento del paciente a lo largo del tiempo.
Figura 8. Radiografías laterales de un perro con enfermedad valvular crónica en estadio C.
(a) Imagen obtenida en urgencias en donde se observa una cardiomegalia importante y un patrón alveolar difuso que indica edema pulmonar agudo (flechas).
© University of Wisconsin
(b) Mismo paciente a las 48 horas tras recibir tratamiento con furosemida y oxígeno. El infiltrado pulmonar se ha resuelto. Nótese la compresión que la aurícula, gravemente aumentada de tamaño, está ejerciendo sobre el bronquio principal (flecha).
© University of Wisconsin
Ecocardiografía
La ecocardiografía en el momento de diagnosticar un FCC (realizada una vez estabilizado el paciente) proporciona información útil, ya que permite establecer el diagnóstico anatómico/funcional exacto de la EVC y valorar la gravedad de la enfermedad, así como detectar posibles complicaciones como hipertensión pulmonar, rotura cordal o rotura de la aurícula izquierda. La ecocardiografía en un paciente con una EVC en muchos casos es más útil como prueba diagnóstica puntual que como prueba complementaria de seguimiento de la enfermedad.
Biomarcadores
La determinación de la concentración sérica de NT-proBNP puede ser útil en el diagnóstico de un FCC cuando un paciente con una EVC presenta distrés respiratorio y se desconoce si éste es debido a un FCC o a una enfermedad respiratoria. Aunque en los diferentes estudios existe cierta variación en cuanto a los valores exactos para este biomarcador, en general, se puede sospechar que la causa de la disnea es un FCC cuando la concentración de NT-proBNP está aumentada (p.ej., > 1000 pmol/l), mientras que un nivel normal de NT-proBNP sugiere una etiología respiratoria 12. En cualquier caso, la concentración de NT-proBNP debe considerarse sugestiva de una cardiopatía más que diagnóstica 10.
Tratamiento de la EVC en perros
Cardiopatía en estadio A según el ACVIM
Tal y como se ha indicado anteriormente, los pacientes con riesgo de una EVC y sin signos clínicos no necesitan un tratamiento específico, ya que no se ha demostrado que exista un tratamiento que pueda prevenir o retrasar la aparición de una EVC en estos casos. En cada visita al veterinario deben descartarse posibles indicios de una EVC (p. ej., soplo sistólico) e informar al propietario del riesgo de estos pacientes.
Cardiopatía en estadio B1 según el ACVIM
Al igual que en el estadio A, estos pacientes no necesitan un tratamiento específico, pero puesto que ya padecen la enfermedad, la comunicación con el propietario es esencial. Se trata de un buen momento para que el paciente consiga tener su peso ideal si este no es el caso. Además, al abordar con el propietario temas como la dieta, el ejercicio y los posibles signos clínicos que puedan aparecer, se facilita el seguimiento y cuidado del animal.
Cardiopatía en estadio B2 según el ACVIM
A medida que la EVC avanza se va produciendo un aumento progresivo del tamaño del corazón, que será más o menos rápido en función de cada individuo. En la fase inicial del estadio B se observa, mediante las radiografías o la ecocardiografía, cardiomegalia. Sin embargo, es probable que ésta no sea grave, en cuyo caso, la mayoría de los cardiólogos no recomienda ningún tratamiento específico.
Por el contrario, existe una mayor controversia en cuanto al tratamiento cuando la cardiomegalia se agrava. En estos casos, es importante considerar algunos factores importantes como la gravedad de la cardiomegalia, junto con otras características radiográficas y la presencia o ausencia de tos por compresión de la rama bronquial, con o sin alteraciones en las grandes vías aéreas. Si la cardiomegalia es grave y se sospecha que en un futuro cercano se va a desarrollar un FCC, el autor suele recomendar la administración de un inhibidor de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) 13. Cuando la cardiomegalia provoca tos se puede administrar un IECA, un antitusígeno (p. ej., butorfanol) o ambos. Actualmente, no se ha demostrado en esta fase el beneficio de la administración sistemática de pimobendan.
Cardiopatía en estadio C según el ACVIM (FCC)
Cuando se diagnostica FCC en un perro con EVC suele ser el momento en el que está indicado instaurar el tratamiento del FCC. El tratamiento de urgencia del FCC agudo con distrés respiratorio es algo diferente al del FCC crónico (véase a continuación). El tratamiento del FCC suele mantenerse durante toda la vida del animal, aunque el tipo, número y dosis del fármaco puede ir variando con el tiempo.
FCC agudo
Los perros con un FCC agudo como consecuencia de una EVC suelen presentar distrés respiratorio. Es importante que durante el procedimiento diagnóstico se administre oxígeno de la forma más inmediata (p. ej., jaula de oxígeno o flujo continuo de oxígeno). Cuando se sospecha un FCC en base a la historia y a la exploración física, y el paciente se encuentra estable, se pueden realizar radiografías para comprobar si existe acúmulo de líquido, y por tanto, un posible edema pulmonar. Sin embargo, no siempre se pueden realizar ya que el paciente suele estar inestable.
En estos casos, la rápida administración de furosemida, vía parenteral, puede salvar la vida del paciente. Tan pronto como sea posible se deberá administrar pimobendan por vía oral, si es que el paciente tolera esta vía. En algunos países está disponible el pimobendan inyectable, el cual se puede administrar por vía intravenosa en aquellos pacientes que no toleran la vía oral. Una vez que se ha iniciado el tratamiento con furosemida, se debe mantener al animal en observación y sin manipularlo hasta que la frecuencia y el esfuerzo respiratorio mejoren. Si transcurridos unos 30-60 minutos de la administración de la furosemida el paciente no ha orinado, se puede volver a administrar una segunda dosis de furosemida. Si el paciente está muy alterado se puede administrar butorfanol por vía subcutánea o intramuscular a dosis bajas, con el objetivo de producir una ligera sedación. Si el paciente presenta una ascitis importante, que impida su descanso, se puede realizar una abdominocentesis con el fin de aliviar la presión que ejerce sobre el diafragma y que puede comprometer su correcta ventilación. Algunos animales desarrollan hipotensión cuando se les extrae todo el líquido ascítico, por eso, suele extraerse el 75% del total, procedimiento que la mayoría de los animales tolera bien. Se recomienda que el paciente permanezca en la jaula con una actividad mínima y con aporte de oxígeno hasta que se resuelva el edema pulmonar agudo.
Manejo a largo plazo del FCC
Una vez que el paciente ha mejorado, hasta el punto de no necesitar oxigenoterapia, se puede continuar el tratamiento en casa por vía oral, ya que se ha demostrado que existen fármacos que aumentan la esperanza de vida 14,15,16,17. El FCC izquierdo inicialmente se trata con la “triple terapia” (furosemida, pimobendan y un IECA) y en muchos pacientes, se continúa el tratamiento de forma crónica con espironolactona. De todos estos fármacos, la furosemida y el pimobendan son los que primero deben administrarse, y además son esenciales para el tratamiento precoz del edema causado por FCC izquierdo. Una vez rehidratado el paciente (se confirma al recuperar el apetito), se puede administrar de forma segura un IECA, ya que si el paciente está deshidratado es posible que desarrolle una azotemia prerrenal como consecuencia de este fármaco. Si aparece azotemia se debe interrumpir la administración del IECA y, una vez rehidratado el paciente y estabilizado, se continúa con el tratamiento. Al igual que el tratamiento del FCC con un IECA, el tratamiento con espironolactona se considera más crónico que agudo. En el manejo del FCC crónico la utilización de la espironolactona como bloqueante neurohormonal permite disminuir la retención de sodio y agua, y puede aumentar la esperanza de vida 17. Una vez que el paciente se ha estabilizado y se encuentra en casa, puede ir retomando de forma gradual su actividad normal, aunque es posible que no tolere el ejercicio intenso (p.ej., perseguir una pelota de forma prolongada o deportes de competición).
Cardiopatía en estadio D según el ACVIM (FCC refractario)
Es posible que un paciente estable con un tratamiento crónico deje de responder al mismo con el paso del tiempo. En este caso, puede volver a desarrollarse un FCC o puede que el FCC inicial no llegue a resolverse completamente a pesar de la triple terapia. Ante esta situación, hay que hablar con el propietario para conocer exactamente la dosis que se está administrando y averiguar si es posible que, inadvertidamente, se haya interrumpido el tratamiento en algún momento. Además, se debe explorar minuciosamente al paciente en busca de posibles signos de una enfermedad sistémica o de complicaciones como arritmias e hipertensión pulmonar. La deshidratación y la hipopotasemia son alteraciones metabólicas que pueden interferir en el tratamiento del FCC. Si aparecen complicaciones, como las arritmias y la hipertensión pulmonar, es necesario realizar más pruebas para poder hacer una evaluación del paciente más completa y comenzar, en caso necesario, su tratamiento. Si el FCC se ha producido como consecuencia de la progresión de la EVC (porque se han descartado otras causas) puede ser necesario administrar por vía oral otros vasodilatadores arteriales como el amlodipino, para reducir la carga del lado izquierdo del corazón. Los animales con un FCC recurrente grave pueden necesitar la hospitalización a corto plazo para administrar oxigenoterapia y fármacos inotrópicos, como la dobutamina, por vía parenteral. Para el manejo adecuado del paciente se recomienda consultar con un especialista o referir el caso. Se ha publicado un artículo consensuado sobre el diagnóstico y el tratamiento de la EVC 5; en la Tabla 2 se especifican los fármacos más utilizados, indicaciones y sus dosis, y en internet, es posible descargarse un práctico vademécum*.
* https://cardiaceducationgroup.org/resource/formularies/
Tabla 2. Dosis de los fármacos que se utilizan para el tratamiento agudo o crónico de la EVC en el perro.
*En función de la disponibilidad de cada país.
Recomendaciones dietéticas para los pacientes con una valvulopatía
Las recomendaciones dietéticas para los perros con una EVC se encuentran en un continuo proceso de actualización. Mientras que antes se recomendaba utilizar dietas muy bajas en sodio y proteínas, recientemente, se ha sugerido que las dietas con proteínas de elevada calidad, con una restricción moderada de sodio y la suplementación con ácidos grasos omega-3, pueden ser beneficiosas. Los ácidos grasos omega-3, proporcionados bien a través de suplementos o bien a través del propio alimento, podrían ser beneficiosos antes de que se desarrolle el fallo cardiaco 18 y durante la manifestación clínica del mismo 19, probablemente, debido a sus propiedades antiinflamatorias y anti-caquécticas 20. Las dietas moderadas en sodio, con un aporte incrementado de ácidos grasos omega-3 y de amino-ácidos, como la taurina y carnitina, pueden ser beneficiosas incluso en los primeros estadios de la enfermedad valvular (estadio B) antes de desarrollarse el fallo cardiaco 18.
Pronóstico de la EVC
La EVC en el perro, y especialmente en sus primeros estadios, tiene una evolución impredecible. En el momento del diagnóstico (p. ej., cuando se detecta un soplo) se debe informar a los propietarios sobre las características de esta enfermedad y los posibles signos clínicos, pero también, hay que decir que muchos perros con una EVC nunca llegan a desarrollar un FCC. Esta enfermedad tiende a progresar con el tiempo, y la velocidad con la que lo hace depende de cada individuo. El tiempo que puede transcurrir hasta que se desarrolle un FCC, si es que esto sucede, también depende del momento en que se haya detectado la enfermedad. Los animales que en el momento del diagnóstico presentan un soplo de RM leve (≤ grado 2/6) y sin cardiomegalia, suelen permanecer sin signos clínicos durante más tiempo que los perros con un soplo grave (≥ grado 4/6) o con cardiomegalia. En general, los perros con una EVC preclínica continúan sin signos de FCC durante los 2-4 años siguientes 9,21,22.
La esperanza de vida, una vez que el FCC se ha desarrollado, depende del tratamiento elegido 14,15, pero también de otros factores. Cuando los propietarios controlan rigurosamente a su perro, siendo capaces de detectar rápidamente cualquier problema, y cuando el perro tolera fácilmente la medicación, mejora la calidad de vida del paciente y aumenta su esperanza de vida. En términos generales, los perros que reciben un tratamiento óptimo basado en la triple terapia pueden tener una esperanza de vida de 6-18 meses tras el diagnóstico de FCC.