Revista veterinaria científica internacional para el profesional de los animales de compañía
Veterinary Focus

Número de edición 33.3 Comportamiento

Disfunción cognitiva canina

Fecha de publicación 26/01/2024

Escrito por Beverley M. Wilson y Daniel S. Mills

Disponible también en Français , Deutsch , Italiano , English y Українська

La “demencia” canina es una enfermedad cada vez más frecuente a medida que la población de perros envejece; en este artículo se revisan los signos clínicos, el diagnóstico diferencial y el tratamiento. 

Cuando un perro presenta posibles signos de DCC es importante investigar la presencia de otros problemas que podrían ser parcial o totalmente responsables de los signos

Puntos clave

La disfunción cognitiva canina (DCC) es un trastorno frecuente en perros de edad avanzada, pero existen estrategias para mejorar el bienestar tanto de los pacientes como de sus cuidadores.


La detección e intervención tempranas son fundamentales para mejorar el pronóstico de la DCC.


Muchas enfermedades pueden manifestarse de forma similar a la DCC y es importante considerarlas en el diagnóstico diferencial, así como la posible presencia de comorbilidades.


La combinación de varias estrategias de tratamiento, incluyendo cambios en el entorno, la alimentación y el aporte de nutracéuticos, ha demostrado ser el enfoque más eficaz.


Introducción a la DCC

La disfunción cognitiva canina (DCC) es una forma de demencia que afecta a los perros geriátricos 1 y, aunque no existe un tratamiento curativo, si se detecta e interviene de forma temprana, los signos clínicos se pueden controlar y el pronóstico se puede mejorar 2,3. Este trastorno probablemente sea más frecuente de lo que generalmente se reconoce 4 ya que los cuidadores suelen creer que los signos clínicos son parte del proceso normal de envejecimiento y/o no se pueden tratar 5, por lo que no acuden al veterinario por este motivo 1. De hecho, se ha estimado que entre el 22,5 % y el 68% de los perros geriátricos presentan al menos un signo de disfunción cognitiva 1,3,6, aunque esto no significa que necesariamente padezcan esta enfermedad, ya que los signos pueden estar relacionados con otros problemas, como el dolor crónico. Por lo tanto, la DCC es una enfermedad importante a tener en cuenta y los veterinarios deben hablar de ella de forma proactiva con los cuidadores para mejorar la salud y el bienestar de los perros de edad avanzada (Figura 1). En este artículo se describen los signos clave, el diagnóstico diferencial, las opciones terapéuticas y el pronóstico de la DCC.

Los cuidadores pueden pensar que su perro simplemente presenta signos relacionados con el proceso normal de envejecimiento

Figura 1. Los cuidadores pueden pensar que su perro simplemente presenta signos relacionados con el proceso normal de envejecimiento, por lo que el veterinario debe ser proactivo y hablar de los signos de DCC en cualquier consulta.
© Shutterstock

Presentación y etiología 

La DCC es una enfermedad asociada al envejecimiento y, por lo tanto, afecta a animales geriátricos; se suele describir en perros de más de 11 años de edad, aunque la edad de aparición depende del tamaño del perro y de la esperanza de vida típica de la raza. En algunos estudios se ha indicado que las hembras tienen mayor riesgo de presentar DCC 1. Sin embargo, se cree que los machos castrados y los perros de pequeño tamaño tienen mayor predisposición a presentar signos de DCC, y la progresión puede ser más rápida en los machos castrados 6.

Los signos clínicos relacionados con los cambios de comportamiento se suelen describir utilizando el acrónimo DISHA 7, pero también se pueden utilizar los acrónimos DISHAA y DISHAAL, donde la A adicional hace referencia a la ansiedad o apatía, y la L (del inglés learn) al aprendizaje 7,8. RegIndependientemente del acrónimo que se prefiera utilizar, es importante tener en cuenta que, muchas veces, los problemas relacionados con el temperamento, el estado de ánimo y las respuestas emocionales inmediatas son más amplios, como los estados depresivos, la escasa tolerancia a la frustración o la mayor búsqueda de atención, además de las típicas respuestas de evitación asociadas a la ansiedad. En la Tabla 1 se muestran los signos clásicos agrupados según el acrónimo DISHA y los factores diferenciales importantes a tener en cuenta. Los signos clínicos descritos durante las fases iniciales varían mucho de un perro a otro, sin seguir un mismo patrón 9, por lo que la detección precoz puede resultar complicada. Sin embargo, como la DCC es progresiva, con el tiempo suelen aparecer nuevos signos. De hecho, muchos cuidadores solo acuden al veterinario cuando los signos clínicos suponen un problema para el perro o para ellos mismos. Por ejemplo, cuando el perro repentinamente deja de comportarse como antes (p. ej., no acude a la llamada tras soltarlo de la correa), orina o defeca dentro de casa (Figura 2), la actividad/interacción con los cuidadores disminuye significativamente o se despierta por la noche. En estos casos, el cuidador se centra en el problema de comportamiento, pero es esencial tener en cuenta la magnitud del problema, dada la posible implicación de los trastornos neurodegenerativos asociados a la DCC. La anamnesis exhaustiva es esencial, ya que muchos cuidadores pueden no ser conscientes de la importancia de los signos clínicos o asumir que forman parte del proceso inevitable de envejecimiento. Las revisiones geriátricas y las consultas rutinarias (p. ej., vacunación) brindan la oportunidad de preguntar al cuidador sobre la presencia de signos de DCC. 

Tabla 1. Signos principales de la DCC con ejemplos y diagnósticos diferenciales más frecuentes. 

Categoría de los signos (DISHA) Ejemplos Posible diagnóstico diferencial
Desorientación
  • Se pierde en sitios conocidos
  • Pérdida de audición/visión
  • Presenta dificultades para sortear obstáculos – p.ej., va hacia el lado equivocado de la puerta o es incapaz de sortear los muebles
  • Problemas de movilidad como la OA
  • Pérdida de visión
Interacciones sociales alteradas
  • Mayor contacto con el cuidador
  • Dolor (p. ej., artrosis)
  • Endocrinopatía (p. ej., hipotiroidismo)
  • Enfermedad hepática
  • Problema neurológico (p. ej., lesión que ocupe espacio)
  • Hipertensión
  • Aislamiento social
  • Conflictos o menor interacción con otros animales de la casa
Sueño/Vigilia alterados
  • Se despierta por la noche
  • Dolor
  • Endocrinopatía
  • Causas de PUPD 
  • Enfermedad hepática
  • Anemia
  • Más aletargado durante el día
Hábitos de eliminación y aprendizaje alterados
  • Orina por la noche
  • Orina en otros lugares
  • Dolor (p. ej., no puede acceder a sitios como lo hacía antes)
  • Enfermedad hepática
  • Enfermedad renal 
  • Endocrinopatía/otras causas de PUPD
Actividad alterada
  • Camina sin dirección
  • Comportamientos estereotipados
  • Aumento/disminución de la actividad
  • Problema neurológico (p.ej., lesión que ocupe espacio)
  • Dolor
  • Enfermedad hepática
  • Hipertensión

En medicina humana, la DCC se utiliza como modelo de la enfermedad de Alzheimer, por lo que esta patología se ha estudiado ampliamente 10. Entre las alteraciones que se observan en el cerebro de los perros con disfunción cognitiva se encuentran la reducción de la masa cerebral, la disminución del volumen del lóbulo frontal, la atrofia cortical, la disminución de la densidad neuronal, el aumento del tamaño ventricular y el aumento de las placas beta-amiloide 7. En personas con Alzheimer también se observan fibrillas de la proteína tau, pero este hallazgo es más típico en gatos (quienes no suelen presentar placas amiloides, a diferencia de las personas y los perros). Estas lesiones son irreversibles y su importancia en la etiología del proceso todavía no se ha determinado del todo, por lo que este aspecto no se abordará en el artículo. 

La pérdida repentina de un comportamiento previamente aprendido

Figura 2. La pérdida repentina de un comportamiento previamente aprendido, como orinar o defecar dentro de casa, puede ser un signo de alteraciones neurodegenerativas asociadas a la DCC.
© Shutterstock

Diagnóstico de DCC

El diagnóstico de DCC se realiza por exclusión y no existen pruebas antemortem que permitan un diagnóstico definitivo. El diagnóstico presuntivo de DCC se basa en la información proporcionada por el cuidador y en la exclusión de otros trastornos que también puedan ser responsables de los signos clínicos 4. Dada la presentación clínica, el diagnóstico diferencial es muy amplio (Tabla 1) y la información proporcionada por los cuidadores es fundamental para el diagnóstico clínico presuntivo; se han desarrollado varios cuestionarios para facilitar la detección de signos compatibles de DCC que son de gran ayuda en términos de rapidez, consistencia y exhaustividad 11. Algunos de estos cuestionarios los puede cumplimentar el cuidador de forma independiente, como la escala de valoración de la disfunción cognitiva canina (CCDR) 12, por lo que se pueden entregar antes de que el cuidador entre en la consulta (Recuadro 1). Hay otros cuestionarios que se pueden rellenar durante la consulta, como la puntuación de trastornos cognitivos y afectivos relacionados con la edad (ARCAD) 13.

Recuadro 1. Escala de valoración de la disfunción cognitiva canina (CCDR) (adaptada de 12).

• ¿QUÉ ES LA DISFUNCIÓN COGNITIVA CANINA?

 

La disfunción cognitiva canina (DCC) o demencia canina es un síndrome relacionado con el envejecimiento que cursa con cambios de comportamiento. Suele afectar a perros mayores de 8 años, aunque es más frecuente en edades más avanzadas, estimándose que afecta a más del 30% de los perros de más de 14 años. Los cambios de comportamientos pueden afectar a:

  • Patrones de sueño y/o actividad
  • Ingesta de agua y comida
  • Conciencia espacial y orientación
  • Aprendizaje y memoria

• CÓMO SABER SI TU PERRO TIENE DCC

 

La escala de valoración CCDR es una herramienta diseñada para identificar los posibles signos de DCC. La presencia de suficientes signos y de suficiente gravedad puede ser indicativa de DCC. A pesar de ello, es importante tener en cuenta que hay otros trastornos o enfermedades que también pueden cursar con signos similares y es necesario que el veterinario realice una investigación completa antes de emitir el diagnóstico de DCC.

• CCDR

 

Para completar la escala de valoración CCDR, hay que seleccionar la respuesta más adecuada para cada pregunta marcándola en la casilla correspondiente. Solo hay que marcar UNA respuesta para cada pregunta/línea. Se debe intentar responder a cada pregunta lo mejor posible en función del comportamiento actual de tu perro o de los cambios de comportamiento observados en los últimos 6 meses. 

IMPORTANTE: Si tu perro actualmente no muestra el comportamiento descrito y no lo ha mostrado en los últimos 6 meses, selecciona IGUAL en las preguntas correspondientes.

Para determinar la puntuación CCDR del perro, escribe el número correspondiente a la columna de respuestas en la casilla de puntuación situada a la derecha de cada pregunta. Por ejemplo: Si tu perro se queda mirando fijamente a las paredes o al suelo “una vez a la semana” la puntuación correspondiente que debes escribir en la casilla es 3. Si en las casillas de respuesta aparece indicado x 2 o x 3, la puntuación de la columna correspondiente se debe multiplicar por dos o por tres para obtener la puntuación final. Por ejemplo: Si tu perro, respecto a hace 6 meses, no reconoce a las personas o mascotas conocidas, de forma “un poco más” acusada, la puntuación de 4, correspondiente a esa columna, se multiplica por 3 obteniendo la puntuación final de 12 para esa pregunta. 

 

• EL RESULTADO

 

Por último, se suman todas las puntuaciones para obtener el total. Una puntuación total de 50 o más, indica riesgo de padecer DCC y es necesario el seguimiento por parte del veterinario. Si la puntuación total está comprendida entre 40 y 50, la evaluación se debe volver a repetir a los 6 meses para identificar si se ha producido algún cambio.

 

 

PUNTUACIÓN DE LA COLUMNA 1 2 3 4 5   TOTAL
  Nunca Una vez mes  Una vez semana Una vez día > Una vez al día     
¿Con qué frecuencia camina tu perro de un lado a otro, en círculos y/o deambula sin rumbo ni propósito?               
¿Con qué frecuencia se queda tu perro mirando fijamente a las paredes o al suelo?              
¿Con qué frecuencia se queda tu perro bloqueado detrás de objetos y es incapaz de moverse?              
¿Con qué frecuencia tu perro no reconoce a personas o mascotas conocidas?              
¿Con qué frecuencia choca tu perro contra paredes o puertas?              
¿Con qué frecuencia se aleja tu perro para evitar que lo acaricien?              
 
  Nunca 1-30% de las veces 31-60% de las veces 61-99% de las veces Siempre    
¿Con qué frecuencia tu perro tiene dificultades para encontrar la comida tirada en el suelo?              
 
  Mucho menos Un poco menos  Igual Un poco más Mucho más    
Respecto a hace 6 meses, ¿tu perro actualmente camina de un lado a otro, en círculos y/o deambula sin rumbo ni propósito?              
Respecto a hace 6 meses, ¿tu perro actualmente mira fijamente a las paredes o al suelo?              
Respecto a hace 6 meses, ¿tu perro orina o defeca en una zona que antes mantenía limpia (si nunca lo ha hecho, marque “igual”)?              
Respecto a hace 6 meses, ¿le cuesta a tu perro encontrar la comida tirada en el suelo?            x2   
Respecto a hace 6 meses, ¿tiene dificultades tu perro para reconocer a las personas o mascotas conocidas?            x3   
 
  Mucho más Un poco más  Igual Un poco menos Mucho menos    
Respecto a hace 6 meses, ¿cómo es la cantidad de tiempo que tu perro está activo?Compared with 6 months ago, what are your dog’s activity levels like?              
          TOTAL    

Según la experiencia de los autores, el cuestionario CCDR es fácil de utilizar y el cuidador lo puede cumplimentar en su casa cuando el veterinario empiece a sospechar DCC en cualquier consulta (p. ej., durante la anamnesis en una consulta rutinaria de vacunación). De esta manera el cuidador puede ser más consciente del envejecimiento de su mascota, creándose una vía de compromiso para proporcionar una atención geriátrica proactiva. 

Como la DCC es una patología infradiagnosticada y los signos clínicos pueden ser sutiles, aunque progresivos, es recomendable que los cuidadores de perros geriátricos cumplimenten cada 6 meses uno de los cuestionarios elegidos. Esto ayuda a detectar precozmente una posible DCC y a tomar las medidas oportunas para obtener mejores resultados en el tratamiento 12 ya que permite diferenciar el deterioro cognitivo normal, asociado al envejecimiento, de la disfunción cognitiva.

Además de la anamnesis e historia clínica es fundamental investigar la lista de diagnósticos diferenciales. Las pruebas diagnósticas dependerán de los signos de cada paciente y se deben tener en cuenta las posibles comorbilidades, ya que son frecuentes. Una vez descartadas otras causas, se puede emitir el diagnóstico presuntivo de DCC, pero si existen otros problemas concomitantes de signos similares que interfieren en el cuadro clínico, se deberá actuar según el criterio clínico del veterinario, explicando al cuidador las sospechas e incertidumbres. Es preferible ser precavidos y revisar el diagnóstico de DCC cuando los signos clínicos no mejoran como se esperaba o se produce un agravamiento o progresión repentina de los signos. Del mismo modo, se debe considerar la implicación de otras patologías cuando en perros con DCC se observa un cambio de patrón. Por ejemplo, si un paciente no mejora como se esperaba, se debería considerar la implicación de otros factores y reevaluar el caso para investigar si existen otros problemas, como dolor crónico, cuya manifestación puede imitar la DCC o contribuir a los signos. 

Beverley M. Wilson

El diagnóstico de disfunción cognitiva canina se realiza por exclusión y no existen pruebas antemortem que permitan un diagnóstico definitivo.

Beverley M. Wilson

Diagnóstico diferencial de DCC

Existen numerosos problemas que pueden tener una presentación similar a la DCC, siendo importante considerar cada uno de ellos ante la sospecha de DCC. 

Malestar o dolor

El malestar crónico se puede manifestar de forma muy similar a la DCC, con signos que incluyen la alteración de la interacción social, los cambios en el ciclo sueño/vigilia, los problemas de eliminación en el hogar y la disminución de la actividad. Por ejemplo, un perro que se vuelve más retraído y muestra menos disposición a interactuar con su cuidador u otros animales del hogar, puede padecer dolor por osteoartritis (OA) y para evitarlo es más reacio a levantarse (Figura 3) y pasa más tiempo tumbado. En algunos casos, repentinamente, pueden aparecer comportamientos de agresividad con otros perros, ya que, debido al dolor o malestar, el perro afectado rechaza la interacción. El malestar crónico puede ser difícil de reconocer, sobre todo en perros que siguen realizando con normalidad algunas actividades como el paseo diario (la motivación inmediata por salir llega a anular cualquier molestia, al menos a corto plazo). En estos casos, muchas veces es posible no detectar ningún signo clínico durante la exploración física, lo que supone un mayor reto diagnóstico. En general, si se sospecha la presencia de dolor, se debe realizar un tratamiento de prueba para aliviar el dolor durante un mínimo de 4-6 semanas y evaluar la respuesta. Es importante avisar a los cuidadores que la respuesta suele ser lenta y posiblemente sutil, por lo que puede ser de gran ayuda anotar diariamente cualquier cambio. La aparición gradual de los signos tras la finalización de la prueba puede ser el único hallazgo y apoyaría la sospecha de dolor.

Un perro que se vuelve más retraído y pasa más tiempo tumbado puede tener DCC

Figura 3. Un perro que se vuelve más retraído y pasa más tiempo tumbado puede tener DCC, pero también puede padecer dolor por osteoartritis.
© Shutterstock

Cambios en la audición, la visión y el olfato

La pérdida auditiva, visual u olfativa puede manifestarse con algunos de los signos DISHA 14. Por ejemplo, un perro con problemas de visión puede mostrarse reacio a pasear, caminar más cerca de su cuidador o parecer desorientado (Figura 4). Para valorar la implicación de la pérdida de los sentidos se debe realizar una exploración física detallada y obtener una anamnesis con información específica sobre la capacidad sensorial del perro. 

Cuando un perro presenta posibles signos de DCC es importante investigar la presencia de otros problemas que podrían ser parcial o totalmente responsables de los signos

Figura 4. Cuando un perro presenta posibles signos de DCC es importante investigar la presencia de otros problemas que podrían ser parcial o totalmente responsables de los signos; por ejemplo, un perro con déficit visual puede empezar a pasear permaneciendo más cerca de sus cuidadores.
© Shutterstock

Enfermedades sistémicas

Muchas patologías que afectan a órganos principales también pueden manifestarse de forma similar a la DCC. Por ejemplo, la disminución en la actividad se puede deber a una disfunción del sistema cardiovascular, respiratorio, renal o endocrino, por lo que, a la hora de abordar un paciente, es importante no tener ideas preconcebidas sobre la causa. Dependiendo de la edad del paciente, se debe considerar la posible implicación de DCC junto a estas patologías. Se deben realizar las pruebas diagnósticas adecuadas para descartar causas orgánicas que puedan contribuir a los signos observados. 

Deterioro cognitivo normal

Como parte del proceso normal de envejecimiento, los perros, al igual que las personas, experimentan un deterioro cognitivo. Los cuestionarios descritos anteriormente ayudan a diferenciar el deterioro cognitivo de la disfunción cognitiva 12. Algunos perros seguirán manteniendo un deterioro cognitivo, mientras que otros presentarán una disfunción, por lo que es importante cumplimentar los cuestionarios cada 6 meses, o menos en caso necesario, para identificar mejor los signos de disfunción.

Daniel S. Mills

La disfunción cognitiva canina es una enfermedad progresiva cuya respuesta al tratamiento y ritmo de progresión pueden ser difíciles de predecir.

Daniel S. Mills

Manejo y opciones de tratamiento

Aunque la DCC no se puede curar, la intervención temprana puede ayudar a ralentizar la progresión y mejorar la calidad de vida, tanto del perro como de su cuidador 15,16. El manejo incluye el tratamiento farmacológico, el aporte de nutracéuticos y alimentos específicos, la modificación del entorno y el manejo comportamental. Los estudios han demostrado que la combinación de medidas que afectan al entorno y la alimentación/nutracéuticos es la opción más eficaz 17. En la Tabla 2 se resumen los tratamientos más frecuentes disponibles en el mercado, cuya eficacia se ha demostrado.

Además, también se puede instaurar el tratamiento sintomático según sea necesario. Por ejemplo, si un perro se sigue despertando por la noche, a pesar de que se hayan controlado los demás signos con el manejo nutricional y del entorno (y se han realizado pruebas diagnósticas para descartar comorbilidades), se podría considerar lo siguiente: 

  • Establecer una rutina nocturna para promover el estado de reposo, por ejemplo: pasear, dar la cena y bajar la persiana para reducir la luz y el ruido.
  • Administrar fármacos que puedan favorecer el sueño, ya sea directamente o como “efecto secundario” beneficioso (p. ej., clorfenamina o melatonina).

En estos casos es importante que el veterinario mantenga un estrecho seguimiento con el cuidador para abordar los comportamientos que le preocupen. Al igual que en cualquier otra enfermedad crónica, a los cuidadores les puede resultar complejo el manejo y les puede frustrar la falta de resolución de los signos clínicos, por lo que adoptar un enfoque empático puede ser de utilidad. También es clave la correcta comunicación respecto a las opciones de tratamiento, ya que el cuidador debe ser consciente de que es poco probable que los signos clínicos se resuelvan por completo y que el objetivo es ralentizar la velocidad de progresión y abordar determinados signos según sea necesario. También es fundamental discutir los posibles riesgos y beneficios de cada opción de tratamiento, especialmente teniendo en cuenta las posibles comorbilidades que pueden afectar a los perros sénior.

Tabla 2. Tratamientos disponibles para la DCC utilizados frecuentemente

Categoría de tratamiento Objetivo del tratamiento y resultado esperado
Fármaco Selegilina Se ha demostrado que mejora los signos clínicos así como la capacidad de aprendizaje y la memoria; 15, 18
Propentofilina Mejora el embotamiento mental, disminuye la letargia y mejora el comportamiento; mejora algunos signos de DCC, pero en algunos estudios se ha sugerido la ausencia de efectos 19
Alimento (antioxidantes, cofactores enzimáticos mitocondriales) Se ha demostrado que reduce el deterioro cognitivo; ralentiza el deterioro respecto al aprendizaje; mejora signos clínicos de DCC 2, 20
Nutracéuticos SAMe Mejora signos de DCC; mejora la actividad y la conciencia espacial 21
Suplementos antioxidantes   Mejora los signos de DCC; mejora los signos clínicos descritos, particularmente la desorientación, la interacción social y los problemas de eliminación 9, 22
Modificación del entorno (nuevos juguetes, ejercicio) Se ha demostrado que reduce el deterioro cognitivo y el ritmo de progresión de los signos clínicos 2, 23
Modificación del comportamiento (juegos, entrenamiento, ejercicio) Se ha demostrado que ralentiza el deterioro cognitivo y reduce el ritmo de progresión de los signos clínicos 2
Feromonas Reducen los signos de ansiedad 8

Consideraciones prácticas 

Dada la prevalencia de la DCC es probable que esta enfermedad sea frecuente en las clínicas generalistas y la gran variedad de opciones de tratamiento puede parecer abrumadora al principio. Sin embargo, es importante recordar que para maximizar los beneficios del tratamiento para cada caso es necesario combinar varias estrategias. Se recomienda adoptar un enfoque individualizado, adaptando el tratamiento en función de los problemas que presente el perro, incluyendo otras patologías concomitantes y los factores relacionados con el cuidador (estilo de vida, tiempo e implicación en el manejo comportamental). El objetivo principal es mejorar la calidad de vida del paciente y del cuidador estabilizando o controlando los signos observados. 

Siempre se deben respetar los deseos de los cuidadores respecto a los costes asociados al diagnóstico y al tratamiento, pero eso no significa que no se puedan fomentar cambios en el modo de actuar que puedan ser beneficiosos para su perro. Por otro lado, muchas veces no es posible realizar tantas pruebas diagnósticas como se desean y hay que adoptar un enfoque práctico. También es posible que el cuidador no crea necesario abordar algunos cambios de comportamiento, bien porque no los considera problemáticos o porque los acepta, ya que el perro sigue teniendo una calidad de vida razonable. Los casos de los Recuadros 2 y 3 ilustran algunas de las dificultades que se pueden plantear y las líneas de acción adecuadas, destacando la importancia de las habilidades clínicas, la comunicación y el criterio profesional para elaborar un plan a medida, que puede ser muy gratificante para el veterinario, además de mejorar significativamente la calidad de vida tanto del perro como del cuidador. 

Recuadro 2. Ejemplo de caso clínico 1.

Un perro que solía salir a pasear sin problemas ha empezado a tirar de la correa y ya no camina con la correa suelta, debido a la alteración del aprendizaje y del estado cognitivo por DCC. Primero se modifica la alimentación del perro y se enriquece el entorno, pero el cuidador no quiere volver a enseñar al perro a caminar con la correa suelta, ya que el perro también padece OA, por lo que no se pueden realizar paseos largos. El cuidador acepta que el perro tire durante su paseo de 10 minutos por el pueblo donde vive y disfruta preparando los juegos de olores en el jardín como medida de enriquecimiento ambiental para que el perro investigue olores.  

El papel del veterinario en este caso es:

  • Evaluar los riesgos asociados al problema de comportamiento: el enfoque puede ser diferente cuando se trata de un perro muy grande que al tirar puede hacer que su cuidador se lesione, especialmente si es una persona de edad avanzada. 
  • Evaluar la salud del paciente: ¿es probable que tirar de la correa agrave los signos asociados a algún trastorno concomitante como la artrosis (como en este caso)? En los perros de tamaño mediano y grande de edad avanzada también puede ser necesario tener en cuenta trastornos como la parálisis laríngea, la OA cervical y miembros anteriores y la enfermedad discal intervertebral.
  • Ayudar al cuidador a considerar las opciones de manejo disponibles: pueden ser cambios sencillos (p. ej., sustituir el collar por un arnés, por problemas en el cuello) o más complejos respecto a pautas de comportamiento (p. ej., paseos divertidos sin tirones/entrenamiento en el jardín sustituyendo quizá algunos de los juegos de olores).
  • Posibilidad de ayudar o proteger al paciente: p.ej., puede que al cuidador no le preocupe que su perro tire de la correa, pero el veterinario puede detectar en la exploración física signos de dolor, como la reticencia a la evaluación de la amplitud de movimiento del cuello. Este hallazgo se puede comprobar observando el comportamiento del perro en la sala de consulta (es posible que el cuidador no se haya dado cuenta), por ejemplo, si el perro no toma una golosina del suelo, pero sí la toma con ganas y fácilmente de la mano del veterinario. En este caso la habilidad de comunicación es clave para transmitir al cuidador la importancia de que tirar de la correa puede agravar el dolor o el malestar del perro y los beneficios de abordarlo. Posteriormente, el veterinario y el cuidador pueden diseñar juntos el plan de modificación del comportamiento más adecuado. 
  • Tener siempre presente las comorbilidades y los tratamientos concurrentes; hay que tener en cuenta los pocos datos publicados sobre el uso concurrente de muchos fármacos, nutracéuticos y alimentos en caso de comorbilidades. Por este motivo, el veterinario debe ser consciente de las posibles interacciones con fármacos que esté administrando el cuidador para otros problemas, como la artrosis, y dado que muchos suplementos se pueden adquirir sin receta, es vital preguntar específicamente al cuidador sobre ellos. También hay que tener en cuenta la composición de los suplementos nutricionales aportados y del alimento, ya que pueden contener los mismos ingredientes, o la acción puede ser similar, existiendo el riesgo de “suplementación excesiva”. 
  • Ofrecer asesoramiento nutricional. Recomendar un alimento que pueda ser beneficioso cuando se administre exclusivamente, para evitar mezclarlo con otros alimentos. Puede ser necesario adoptar un enfoque práctico para facilitar la transición de un alimento a otro cuando la palatabilidad sea un problema.

Recuadro 3. Ejemplo de caso clínico 2.

Un perro con diagnóstico de DCC y OA está recibiendo tratamiento para ambas afecciones, pero los cuidadores han indicado la aparición repentina de problemas de eliminación. El siguiente enfoque sería apropiado: 

  • Obtener una historia clínica detallada sobre la salud general del perro, incluyendo la historia comportamental, para identificar signos sugestivos de PUPD, polaquiuria y conocer el lugar donde ensucia, la frecuencia, el momento de aparición del problema, la manera de limpiar las zonas de la casa afectadas y cómo interactúan los cuidadores con el perro en esos momentos. Después, se deben realizar otras pruebas de diagnóstico clínico, según sea necesario. En este caso no hay antecedentes de PUPD ni de polaquiuria, por lo que se obtiene una muestra de orina obtenida por micción espontánea. La densidad urinaria, la tira reactiva y el examen del sedimento están dentro de los límites normales. En el último análisis de sangre, realizado recientemente, tampoco se observa ninguna anomalía. Es muy probable que el problema de eliminación se deba a la DCC, sin embargo, no se puede descartar la presencia de dolor asociado a la OA, aunque no se hayan descrito signos compatibles en la historia clínica. Como medida preventiva, se podría aumentar la analgesia a modo de prueba durante 4 semanas para que el cuidador registre diariamente cualquier mejoría (incluyendo la evaluación del dolor, el problema de eliminación y los niveles de actividad). 
  • Aconsejar al cuidador sobre cómo actuar respecto al problema de eliminación mientras se investiga la posible implicación del dolor. Proporcionar pautas de limpieza (p. ej., utilizar un limpiador enzimático) y recomendar los paseos frecuentes, elogiando y recompensando al perro cada vez que orina o defeca en el lugar adecuado, así como el uso de empapadores cuando el perro esté sin supervisión. También se pueden proporcionar pautas para facilitar al perro la eliminación en lugares adecuados, por ejemplo, utilizando rutinas respecto al momento de salir a pasear (después de comer o de despertarse), evitando el castigo (puede provocar que el perro orine o defeque en el hogar cuando el cuidador se ausente y aumentar el miedo/ansiedad) y facilitando el acceso al jardín exterior (p. ej., utilizando alfombrillas antideslizantes en suelos laminados o de baldosas). 

Se deben realizar revisiones geriátricas rutinarias para detectar DCC 12 incluyendo en la historia clínica la puntuación de los cuestionarios utilizados (Figura 5). En los perros con DCC bien controlada, las revisiones cada 3 a 6 meses pueden ser suficientes, mientras que será necesario aumentar la frecuencia de las revisiones si los signos clínicos son progresivos o no se han estabilizado. En perros con signos persistentes o un deterioro repentino, es importante detectar cualquier problema de salud concomitante que pueda haberse desarrollado o haya progresado desde el momento del diagnóstico de DCC. Por ejemplo, si un perro con signos leves de desorientación, repentinamente empieza a tener problemas de eliminación en casa, es importante investigar la presencia de otros trastornos que afecten a su capacidad para orinar o defecar fuera de casa, como la OA (p. ej., cuando para salir al exterior hay escalones, la distancia desde el lugar de descanso al exterior es considerable o el suelo es resbaladizo), la enfermedad renal, hepática o endocrina (que dan lugar a poliuria/polidipsia (PUPD) y la posible contribución de una infección del tracto urinario). 

Se deben realizar revisiones geriátricas rutinarias para detectar la DCC

Figura 5. Se deben realizar revisiones geriátricas rutinarias para detectar la DCC 12 incluyendo en la historia clínica la puntuación de los cuestionarios utilizados.
© Shutterstock

Conclusión

La DCC es una enfermedad progresiva en la que la respuesta al tratamiento o la velocidad de progresión pueden resultar difíciles de predecir. Evidentemente, el pronóstico de los pacientes con comorbilidades es más reservado. Es importante fomentar que los cuidadores realicen un seguimiento de los signos clave (y no solo de los signos que inicialmente fueron el motivo de consulta) y que conozcan el nivel y el tipo de medidas de soporte disponibles para que su mascota pueda mejorar la calidad de vida. Aunque el pronóstico pueda ser difícil de predecir, este enfoque garantiza que se está aprovechando al máximo la oportunidad de intervenir y muchos casos responderán favorablemente, lo que puede ser fuente de gran satisfacción para todos los implicados.

Referencias

  1. Azkona G, García-Belenguer S, Chacón G, et al. Prevalence and risk factors of behavioural changes associated with age-related cognitive impairment in geriatric dogs. J. Small Anim. Pract. 2009;50(2):87-91: DOI: 10.1111/j.1748-5827.2008.00718.x

  2. Milgram NW, Zicker SC, Head E, et al. Dietary enrichment counteracts age-associated cognitive dysfunction in canines. Neurobiol. Aging 2002;23(5):737-745: DOI: 10.1016/S0197-4580(02)00020-9

  3. Osella MC, Re G, Odore R, et al. Canine cognitive dysfunction syndrome: Prevalence, clinical signs and treatment with a neuroprotective nutraceutical. Appl. Anim. Behav. Sci. 2007;105(4);297-310: DOI: 10.1016/j.applanim.2006.11.007

  4. Salvin HE, McGreevy PD, Sachdev PS, et al. Underdiagnosis of canine cognitive dysfunction: A cross-sectional survey of older companion dogs. Vet. J. 2010;184:277-281 DOI: 10.1016/j.tvjl.2009.11.007

  5. Landsberg G, Araujo JA. Behavior problems in geriatric pets. Vet. Clin. North Am. Small Anim. Pract. 2005;35;675-698: DOI: 10.1016/j.cvsm.2004.12.008

  6. Neilson JC, Hart BL, Cliff KD, et al. Prevalence of behavioral changes associated with age-related cognitive impairment in dogs. J. Am. Vet. Med. Assoc. 2001;218:1787-1791 DOI: 10.2460/javma.2001.218.1787

  7. Landsberg GM, Hunthausen WL, Ackerman LJ. The effects of aging on behavior in senior pets In: Behavior Problems of the Dog and Cat. St Louis, MI; Elsevier; 2003;107-134

  8. Landsberg GM, Denenberg S. Behaviour problems in the senior pet. In: BSAVA Manual of Canine and Feline Behavioural Medicine. Gloucester, BSAVA; 2018;127-135. DOI: 10.22233/9781905319879.12

  9. Madari A, Farbakova J, Katina S, et al. Assessment of severity and progression of canine cognitive dysfunction syndrome using the CAnine DEmentia Scale (CADES). Appl. Anim. Behav. Sci. 2015;171;138-145. 171: DOI: 10.1016/j.applanim.2015.08.034

  10. González-Martínez Á, Rosado B, Pesini P, et al. Plasma β-amyloid peptides in canine aging and cognitive dysfunction as a model of Alzheimer’s disease. Exp. Gerontol. 2011;46;590-596: DOI: 10.1016/j.exger.2011.02.013

  11. Schütt T, Toft N, Berendt M. A comparison of 2 screening questionnaires for clinical assessment of canine cognitive dysfunction. J. Vet. Behav. 2015;10(6):452-458 DOI: 10.1016/j.jveb.2015.07.036

  12. Salvin HE, McGreevy PD, Sachdev PS, et al. The canine cognitive dysfunction rating scale (CCDR): A data-driven and ecologically relevant assessment tool. Vet. J. 2011;188:331-336. DOI: 10.1016/j.tvjl.2010.05.014

  13. Pageat P. Description, clinical and histological validation of the A.R.C.A.D. score (evaluation of age-related cognitive and affective disorders). Third International Congress on Behavioural Medicine Newsletter of the American Veterinary Society of Animal Behavior 2001.

  14. Fefer G, Khan MZ, Panek WK, et al. Relationship between hearing, cognitive function, and quality of life in aging companion dogs. J. Vet. Intern. Med. 2022;36:1708-1718. DOI: 10.1111/jvim.16510

  15. Landsberg G. Therapeutic agents for the treatment of cognitive dysfunction syndrome in senior dogs. Prog. Neuropsychopharmacol. Biol. Psychiatry. 2005;29:471-479. DOI: 10.1016/j.pnpbp.2004.12.012

  16. Haug LI. Canine and feline cognitive dysfunction. Adv. Small Anim. Med. Surg. 2013;26: DOI: 10.1016/j.asams.2013.10.001

  17. Milgram NW, Head E, Zicker SC, et al. Learning ability in aged beagle dogs is preserved by behavioral enrichment and dietary fortification: a two-year longitudinal study. Neurobiol. Aging. 2005;26(1):77-90. DOI: 10.1016/j.neurobiolaging.2004.02.014

  18. Milgram NW, Ivy GO, Head E, et al. The effect of l-deprenyl on behavior, cognitive function, and biogenic amines in the dog. Neurochem. Res. 1993;18:1211-1219 DOI: 10.1007/BF00975038 

  19. Siwak CT, Gruet P, Woehrlé F, et al. Comparison of the effects of adrafinil, propentofylline, and nicergoline on behavior in aged dogs. Am. J. Vet. Res. 2000;61(11):1410-1414. DOI: 10.2460/ajvr.2000.61.1410

  20. Pan Y, Landsberg G, Mougeot I, et al. Efficacy of a therapeutic diet on dogs with signs of cognitive dysfunction syndrome (CDS): a prospective double blinded placebo controlled clinical study. Front. Nutr. 2018;5:127. DOI: 10.3389/fnut.2018.00127

  21. Rème CA, Dramard V, Kern L, et al. Effect of S-adenosylmethionine tablets on the reduction of age-related mental decline in dogs: a double-blinded, placebo-controlled trial. Vet. Therap. 2008;9:69-82.

  22. Heath SE, Barabas S, Craze PG. Nutritional supplementation in cases of canine cognitive dysfunction - a clinical trial. Appl. Anim. Behav. Sci. 2007;105:284-296. DOI: 10.1016/j.applanim.2006.11.008

  23. Bray EE, Raichlen DA, Forsyth KK, et al. Associations between physical activity and cognitive dysfunction in older companion dogs: results from the Dog Aging Project. Geroscience 2023;45:645-661. DOI: 10.1007/s11357-022-00655-8

Beverley M. Wilson

Beverley M. Wilson

Beverly Wilson se graduó en veterinaria por la Universidad de Nottingham en el 2012 Leer más

Daniel S. Mills

Daniel S. Mills

El profesor Mills se licenció por la Universidad de Bristol en 1990 Leer más

Otros artículos de este número

Número de edición 33.3 Fecha de publicación 22/03/2024

Nuevos enfoques de la osteoartritis en el perro: etiología, identificación y diagnóstico

¿Podemos identificar correctamente la osteoartritis en el perro? ¿Tenemos ideas preconcebidas al respecto? Este artículo nos hace plantearnos lo que sabemos de esta enfermedad.

por Éric Troncy

Número de edición 33.3 Fecha de publicación 08/03/2024

Anestesia del paciente geriátrico

Proporcionar anestesia a un perro o gato de edad avanzada es un procedimiento rutinario en la clínica veterinaria. En este artículo las autoras ofrecen una revisión de los conocimientos actuales, así como recomendaciones sobre el enfoque más seguro para estos animales.

por Kate White y Flo Hillen

Número de edición 33.3 Fecha de publicación 23/02/2024

Cómo abordar… la cita de eutanasia

La eutanasia forma parte de los procedimientos más frecuentes e importantes que se llevan a cabo en la clínica veterinaria; en este artículo, la Dra. Cooney comparte su experiencia sobre cómo proporcionar al paciente y su cuidador un trato, tanto profesional como compasivo, en los últimos momentos de la vida de la mascota.

por Kathleen Cooney

Número de edición 33.3 Fecha de publicación 09/02/2024

Hipercalcemia patológica en el perro

En este artículo se revisan los diagnósticos diferenciales y las opciones de tratamiento para el perro que presenta una concentración sérica de calcio elevada.

por Jordan M. Hampel y Timothy M. Fan