Consideraciones nutricionales
Cuando se diagnostica cáncer en un paciente, los tutores suelen preguntar al veterinario si hay que realizar algún cambio en la alimentación. De hecho, en una encuesta reciente se encontró que el 25% de los tutores cambiaron el alimento principal del perro durante los seis meses siguientes al diagnóstico de cáncer 8. En los perros y gatos con cáncer, la ingesta de alimento a menudo puede verse comprometida por varios motivos, por ejemplo, por el cambio en las preferencias alimentarias o por los efectos secundarios del tratamiento. Las alteraciones del apetito son un motivo de preocupación frecuente y hay estudios que indican que la incidencia en perros puede variar en gran medida (17-76%) dependiendo del agente de quimioterapia utilizado. Además, se sabe que la quimioterapia puede inducir cambios en el gusto y el olfato 9. La intervención temprana desde la aparición de los signos clínicos es esencial, incluyendo la administración de estimulantes del apetito como el maropitant, la mirtazapina, la metoclopramida, los glucocorticoides y la ciproheptadina 10. El desarrollo de nuevos fármacos y vías de administración, como la mirtazapina en pomada de aplicación transdérmica, resulta prometedor para el tratamiento de la anorexia y la pérdida de peso en gatos.
La capromorelina es un agonista del receptor de la grelina aprobado recientemente por la FDA en EE.UU. para su uso en perros y gatos. Se ha demostrado que a dosis de 3 mg/kg por vía oral cada 24 h, aumenta la ingesta de alimentos y la ganancia de peso, tanto en perros sanos en condiciones de laboratorio, como en perros con inapetencia en condiciones domésticas 11. Del mismo modo, la capromorelina administrada a dosis de 1-3 mg/kg cada 24 h aumenta de forma sostenida el peso corporal y el nivel de IGF-1 en gatos 12.
Además, el cáncer puede alterar diversos mediadores como las citoquinas inflamatorias, el cortisol, las catecolaminas, la insulina y el glucagón, conduciendo a una desregulación metabólica. Esto puede dar lugar a la utilización de aminoácidos musculares como principal fuente de energía, antes que la grasa, produciéndose el síndrome de caquexia-anorexia asociada al cáncer 13,14. La caquexia se define como la pérdida de masa corporal magra, y se ha demostrado que en las personas está correlacionada con el pronóstico de varios cánceres. En mascotas con cáncer se ha observado una relación similar; en un estudio se encontró que, aunque la prevalencia de caquexia en perros con cáncer fue baja (4%), el 69% experimentó pérdida de peso y el 35% atrofia muscular de leve a grave 15. En un estudio en gatos se encontró que la caquexia afectaba al 6% de los casos, mientras que el 91% de los gatos presentó pérdida muscular 16. Además, los gatos con linfoma de células grandes con una pérdida de peso ≥5% tras un mes de quimioterapia presentaron un tiempo de supervivencia significativamente menor que los que ganaron o mantuvieron su peso 17. En otro estudio se evaluó el efecto de la obesidad en el tiempo de supervivencia en perros con linfoma u osteosarcoma; aunque no se encontró ninguna asociación entre la puntuación de la condición corporal y el tiempo de supervivencia en perros con osteosarcoma, los perros con linfoma y bajo peso tuvieron unos tiempos de supervivencia significativamente inferiores a los de los perros que ganaron o mantuvieron su peso 18.
El impacto clínico del síndrome de anorexia-caquexia asociada al cáncer ha aumentado el interés por desarrollar nuevos alimentos y fármacos que promuevan la ingesta de energía, aumenten la absorción de nutrientes, actúen sobre las vías metabólicas para revertir los efectos catabólicos, aumenten la masa muscular y mejoren la síntesis proteica 14. La detección precoz de este síndrome puede ser un reto, pero si se consigue, la intervención nutricional individualizada puede ayudar a ralentizar la progresión y mantener una mejor calidad de vida. Por este motivo, en cada visita a la clínica se debe analizar detenidamente el historial dietético, incluyendo los suplementos que se estén utilizando y registrando la puntuación de la condición corporal y de la condición muscular. Una vez detectados los posibles problemas del paciente, el veterinario debe garantizar que la alimentación sea completa y equilibrada.
En pacientes que reciben quimioterapia, puede ser necesario considerar estrategias nutricionales adicionales para promover la salud gastrointestinal y minimizar los efectos secundarios de los fármacos (Figura 5). Generalmente, estas recomendaciones incluyen la modificación del tipo y la cantidad de fibra alimentaria y garantizar que el alimento sea de elevada digestibilidad. La suplementación con aceite de pescado, de elevado contenido en ácidos grasos omega-3, también puede reducir la síntesis de citoquinas inflamatoria e influir de forma positiva en la caquexia y la ingesta de alimento 19.