Valoración del dolor en el perro: Escala de dolor de Glasgow
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Este artículo contiene imágenes que pueden herir la sensibilidad de algunas personas y en particular de niños.
Número de edición 25.3 Otros artículos científicos
Fecha de publicación 16/04/2021
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Una fractura abierta es cualquier tipo de fractura expuesta a la contaminación del exterior debido a la lesión de los tejidos blandos que rodean al hueso. Por extensión, si se observa una herida cutánea en una extremidad...
Toda fractura se debe considerar abierta y con riesgo de infección cuando exista una herida cutánea en la región correspondiente al hueso afectado.
Las fracturas abiertas se deben tratar con carácter de urgencia, pero la estabilización rígida de la fractura en sí no es una urgencia.
Se debe realizar una exploración general a todos los pacientes que hayan sufrido un accidente de tráfico incluyendo, como mínimo, radiografías torácicas y abdominales, hemograma, bioquímica, electrocardiograma, pulsioximetría y medición de la presión arterial, valorando la posible presencia de enfermedades concomitantes.
Mientras se evalúa y estabiliza al paciente se debe cubrir la herida con un vendaje estéril para protegerla de infecciones nosocomiales, y tan pronto como sea posible, se deben administrar antibióticos sistémicos de amplio espectro.
Los fijadores externos permiten acceder a la herida abierta a la vez que proporcionan una fijación rígida, preservando el aporte vascular óseo y minimizando la lesión de tejidos blandos.
Una fractura abierta es cualquier tipo de fractura expuesta a la contaminación del exterior debido a la lesión de los tejidos blandos que rodean al hueso. Por extensión, si se observa una herida cutánea en una extremidad, u otra parte del cuerpo, fracturada se debe considerar que la fractura es abierta, independientemente de que exista comunicación o no con la herida. En un estudio se observó que las fracturas abiertas representaban el 16,7% de todas las fracturas traumáticas en perros y gatos, siendo más probable que se produjeran en accidentes de coche, animales jóvenes, animales de mayor peso corporal y en fracturas conminuta 1.
Para tratar adecuadamente una fractura abierta es necesario considerar dos hechos fundamentales:
Las fracturas abiertas suelen producirse como consecuencia de traumatismos por accidentes de tráfico y caídas de altura, los cuales deberán manejarse adecuadamente dada la importante comorbilidad asociada. El manejo inicial del paciente es crítico, no solo por influir en la morbilidad, sino también por los costes asociados, tiempo de recuperación y funcionalidad posterior. En el tratamiento de las fracturas abiertas es especialmente recomendable que el veterinario siga fielmente las pautas establecidas y no intente acortar el procedimiento para ahorrar tiempo, costes o esfuerzo. La osteomielitis postquirúrgica o la no unión de la fractura casi siempre tienen su origen en el manejo inicial de la herida y de la fractura. En la Figura 1 se proporciona un diagrama de decisión útil para el manejo de los pacientes con fracturas abiertas.
Hay dos factores muy importantes que se deben considerar para el manejo adecuado inicial de la propia fractura. El primero hace referencia al concepto de “grado” de la fractura. En medicina veterinaria las fracturas abiertas se suelen clasificar como Grado I a III (Tabla 1), con el objetivo de predecir el posible aumento de morbilidad o de infección postquirúrgica, aunque cabe mencionar que la evidencia sobre la eficacia de esta clasificación es escasa. En el pasado, las fracturas abiertas de Grado I se describieron erróneamente como “penetrantes desde dentro”, haciendo una distinción en el patrón de desplazamiento durante el traumatismo, lo cual no puede determinarse mediante la simple observación de la fractura y de la herida. Por tanto, esta descripción que aparece en la bibliografía veterinaria más antigua debe evitarse tanto en la práctica veterinaria como en la bibliografía veterinaria actual. Algunos autores subdividen las fracturas abiertas de Grado III en 3 subtipos 3, pero la bibliografía actual no avala que mediante esta subclasificación para el manejo de las fracturas se obtengan mejores resultados
Grado I | Fractura abierta con una herida < 1cm de diámetro. Las fracturas de Grado I suelen ser simples, fracturándose el hueso en dos fragmentos y con lesión mínima de los tejidos blandos asociados. |
Grado II | Fractura abierta con una herida > 1cm de diámetro, pero sin una gran lesión de los tejidos blandos ni fractura conminuta. |
Grado III | Fractura abierta ampliamente fragmentada, con lesión grave de los tejidos blandos y herida cutánea > 1cm. Todas las heridas producidas por proyectiles se consideran Grado III. |
El segundo factor, y más importante, en el manejo de las fracturas abiertas consiste en considerar la naturaleza y duración de la contaminación bacteriana. El “periodo dorado” para el cierre de una herida comprende las primeras 6-12 horas posteriores al traumatismo. En realidad este “periodo dorado” no tiene una duración estrictamente limitada y es más apropiado considerarlo como un nivel de contaminación o infección estimado hasta el desbridamiento y lavado de la herida. Durante las primeras 6-12 horas, las heridas contaminadas, incluyendo las que se comunican con fracturas, pueden convertirse, mediante el desbridamiento y lavado apropiado, en heridas limpias, pudiéndose realizar el cierre primario con la consecuente disminución en el tiempo de cicatrización y de los costes asociados al cuidado de la herida. Transcurridas 12 horas, la mayoría de las heridas, independientemente del nivel estimado de contaminación, también se deben desbridar y lavar pero, o bien se cierran y se coloca un drenaje, o bien se mantienen abiertas para aplicar técnicas para un cierre retardado. Lo ideal es que la decisión sobre el cierre de la herida se base en el estudio citológico de la muestra de la herida obtenida antes del desbridamiento y lavado. Si en la tinción de Gram se observan bacterias es probable que la infección sea > 1X105 bacterias/mm2, por lo que se recomienda mantener la herida abierta hasta que se pueda garantizar una cicatrización sin complicaciones mediante el cierre retardado. A todos los pacientes se les debe colocar un vendaje estéril sobre la herida tan pronto como sea posible y mientras se realiza la exploración inicial. Las muestras para el cultivo aerobio y anaerobio se deben obtener idealmente en el momento de la consulta, eligiendo la zona de la herida que se encuentre al mismo nivel que el hueso fracturado, aunque según un estudio aleatorio prospectivo, solo el 18% de las infecciones de las fracturas abiertas estaban causadas por las bacterias que se aislaron en los cultivos iniciales 4.
En un estudio sobre contaminación bacteriana en fracturas realizado en 110 perros se encontró que el 72,7% fueron positivos al cultivo de microorganismos aerobios/anaerobios 5. Inmediatamente después de realizar el cultivo se deben administrar antibióticos sistémicos de amplio espectro a dosis adecuadas (ver a continuación). Mientras se estén realizando los cuidados de la herida el animal debe permanecer en un ambiente aséptico, como por ejemplo el quirófano, y el personal debe seguir los protocolos de higiene para minimizar la contaminación iatrogénica. Independientemente del grado de la fractura abierta, y tan pronto como se estabilice el paciente, se debe rasurar un margen amplio de la piel alrededor de la herida, lavar la herida con jabón antiséptico quirúrgico para eliminar los detritos más grandes y, a continuación, desbridar el tejido blando lesionado o necrosado (Figura 2). Para disminuir el riesgo de contaminación iatrogénica, antes de rasurar, se puede aplicar en la herida un lubricante hidrosoluble estéril. Los fragmentos óseos aislados y sin tejido blando adherido se deben retirar. Después del desbridamiento se recomienda lavar la herida con una solución de gluconato de clorhexidina 3.
Una vez realizado el desbridamiento y lavado, la herida se irriga con abundante solución estéril Ringer Lactato o cualquier otra solución isotónica similar; no considerándose excesivo emplear 3-5 litros de solución isotónica para una herida de 1 cm de diámetro. Para asegurar la separación de las bacterias adheridas a los tejidos, minimizando la lesión de tejidos sanos adyacentes a la herida, es importante obtener una presión de irrigación de 7-8 psi (pounds per square inch). Esta presión se consigue con un equipo de irrigación quirúrgica comercial o acoplando una aguja de 19 G a una jeringuilla de 60 cc y distribuyendo el suero con fuerza por toda la herida. Con estos métodos se obtiene una presión de fluidos de 8 psi, que corresponde a la fuerza con la que las bacterias se adhieren a la superficie de la herida.
Presiones superiores pueden dañar los tejidos sanos, por lo que no son recomendables. No es necesario utilizar antibióticos o antisépticos en la solución de irrigación, además podrían ser perjudiciales para los elementos celulares normales de los tejidos, aunque se ha demostrado que la clorhexidina al 0,05% proporciona actividad antimicrobiana sin provocar reacción tisular 6. En el lavado, desbridamiento e irrigación se debe considerar toda la profundidad de la herida hasta llegar a la fractura. Después de irrigar abundantemente se debe tomar una nueva muestra de la herida para el cultivo aerobio y anaerobio, con el fin de identificar y tratar adecuadamente las bacterias antes de cerrar la herida. Para elegir la opción más adecuada para el cierre de la herida hay que valorar la viabilidad de los tejidos y el nivel de contaminación. Existen tres posibles opciones: cierre primario o simple, cierre manteniendo un drenaje cerrado y estéril, o dejar la herida abierta utilizando vendas estériles hasta que se pueda cerrar más adelante o hasta que cicatrice por segunda intención.
Si el tratamiento de urgencia de la herida se ha realizado correctamente no es necesaria la estabilización inmediata y definitiva de la fractura abierta. Para realizar la estabilización rígida definitiva de la fractura es indispensable que el paciente se haya estabilizado, así como disponer de todo el material necesario con anticipación y contar con un cirujano experto. La estabilización temporal de las fracturas abiertas permite proporcionar bienestar al paciente, minimizar la tumefacción local del tejido blando y limitar la progresión de la lesión tisular. En las fracturas de las extremidades posteriores se dispone de menos cobertura de tejido blando, por lo que una fractura inicialmente cerrada puede convertirse en abierta o conminuta. Se deben administrar analgésicos para mejorar el bienestar del paciente (preferiblemente agonistas opioides como la morfina). La estabilización de las fracturas proximales al codo o rodilla mediante coaptación externa es difícil de conseguir, por lo que el paciente se debe confinar en una jaula (sin entablillar la extremidad) y se deben administrar analgésicos hasta la reparación definitiva. Las fracturas distales al codo y rodilla se deben estabilizar mediante coaptación externa hasta que se realice la fijación definitiva o el paciente acuda al especialista referido. La coaptación externa consiste en un vendaje Robert-Jones o Robert-Jones modificado colocando lateralmente una tablilla moldeada de fibra de vidrio. Si la herida se ha mantenido abierta después del desbridamiento de la misma, los materiales del vendaje deben ser estériles y se deben aplicar de forma aséptica. La coaptación externa siempre debe inmovilizar la articulación inmediatamente proximal a la fractura y extenderse distalmente hasta los dedos.
Millard RP, Towle HA. Open fractures. In: Tobias KM, Johnston SA, eds. Veterinary Surgery: Small Animal (1st ed) St Louis: Elsevier, 2012:572-575.
James Roush
James K. Roush, Facultad de Medicina Veterinaria, Universidad Estatal de Kansas, EE. UU. Leer más
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