Consolidación de la profesión veterinaria
El auge de la creación de corporaciones veterinarias durante estas dos últimas décadas ha sido espectacular...
Número de edición 30.3 Otros artículos científicos
Fecha de publicación 03/12/2020
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Para cumplir con su cometido, los perros de trabajo están sometidos a un gran nivel de exigencia. En este artículo, las autoras exponen cómo una preparación adecuada desde cachorros sienta las bases para el desarrollo de su actividad en el futuro.
Los programas de acondicionamiento mejoran el rendimiento y reducen el riesgo de lesiones en los atletas adolescentes; en los cachorros cabe esperar unos beneficios similares.
Los perros de trabajo y/o deporte están sometidos a unas exigencias físicas específicas que los predisponen a padecer unas lesiones características.
La correcta socialización y acondicionamiento del cachorro requiere una comprensión profunda del orden cronológico de las etapas del desarrollo neurológico.
Todos los perros alcanzan unas capacidades fisiológicas y comportamentales óptimas si se les proporciona la socialización y el acondicionamiento apropiados mientras son cachorros.
Los perros de trabajo y/o de deporte son atletas profesionales sometidos a una serie de exigencias físicas muy particulares. Hay mucho en juego con estos perros, tanto su propia seguridad como la de las personas que dependen de su capacidad para desempeñar su labor con agilidad y rapidez. A menudo, a estos perros se les pide actuar de manera inmediata, sprintando en una persecución o abriéndose paso en diferentes tipos de terrenos mientras realizan una búsqueda. Además, su entrenamiento específico implica la utilización de importantes recursos, por lo que se pretende maximizar su rendimiento durante el mayor tiempo posible. Garantizar el acondicionamiento adecuado de estos perros es un aspecto esencial para el cuidado de su salud y para la correcta preparación ante cualquier evento que requiera sus servicios. Los cachorros destinados a ser perros de trabajo o de deporte deberían recibir un acondicionamiento y un entrenamiento neuromuscular desde las primeras etapas de su vida. Según las evidencias en personas deportistas, cabe esperar que esta iniciación temprana permita optimizar el rendimiento y reducir los riesgos de lesiones.
Por supuesto, no todos los cachorros están destinados a trabajar, pero los mismos principios de acondicionamiento que se aplican a los perros de trabajo se pueden aplicar a los perros de compañía. El entrenamiento basado en el ejercicio puede ser muy beneficioso en la edad adulta. Del mismo modo en que el ejercicio es beneficioso para el ser humano, un acondicionamiento básico ayuda al control del peso, contribuye a tener un perfil metabólico más saludable, disminuye el riesgo de lesiones y de determinadas enfermedades crónicas y facilita los movimientos indoloros a lo largo de la vida del animal.
Para desarrollar programas de acondicionamiento en perros de trabajo o de deporte de alto nivel es necesario conocer en profundidad sus exigencias fisiológicas y biomecánicas durante su actividad rutinaria. Los perros pueden realizar muchos tipos de actividades ya sea por diversión, por competición deportiva de alto nivel o por trabajo. La intensidad del ejercicio puede variar en un rango muy amplio: un perro puede ser un “excursionista de fin de semana”, un deportista en competiciones de alto nivel, un perro de búsqueda y rescate, un corredor de carreras de velocidad o un competidor de pruebas de larga distancia. En algún momento de sus actividades estos perros deberán sprintar, saltar obstáculos, girar bruscamente a máxima velocidad, escalar paredes y vallas, desplazarse por superficies inestables y soportar importantes fuerzas de compresión y flexión a nivel de la columna vertebral. Un perro especializado en la detección de olores tendrá que rastrear en el interior de habitaciones, en grandes áreas de terreno, en vehículos o en otros lugares que a menudo requerirán trepar o caminar por superficies inestables sin llegar a fatigarse (Figura 1). Por tanto, para el máximo rendimiento de estos perros tan activos se necesitan muchas cualidades físicas, como fuerza, resistencia, flexibilidad, propiocepción y equilibrio. Muchas de estas capacidades se pueden ir introduciendo de forma segura en la etapa de cachorro, siempre teniendo en cuenta la raza, la edad, la alimentación, el entorno y otros factores que puedan influir en el desarrollo del animal.
Conocer los diferentes tipos de lesiones y la frecuencia con la que se pueden producir durante la actividad física, permite incluir estrategias preventivas en los programas de entrenamiento de estos perros. Las lesiones musculoesqueléticas en perros de trabajo y de deporte están documentadas, aunque en ciertos casos, la información procede más bien del propietario o del entrenador y no de un diagnóstico documentado por un veterinario. En un estudio retrospectivo se revisaron 245 registros de perros de trabajo militares (PTM) para identificar los motivos por los que estos perros tuvieron que ser retirados del servicio y se encontró que el 56,3 % de los perros de 5 o más años de edad padecían lesiones vertebrales y/o enfermedad articular degenerativa (EAD) 1. De modo similar, en un estudio retrospectivo más antiguo con 927 datos de PTM, se indicó que dos de las tres causas más frecuentes de fallecimiento o eutanasia en estos perros eran la EAD apendicular (19,2%) y la enfermedad vertebral/cauda equina (15,6%) 2. Otro estudio con PTM desplegados en Irak que requirieron tratamiento por lesones no causadas directamente en combate, se observó que las lesiones musculoesqueléticas fueron la cuarta causa más frecuente de asistencia veterinaria 3. En un informe, se compararon las consultas veterinarias de urgencia de Pastores Alemanes de la policía y de Pastores Alemanes de compañía y se observó que las lesiones ortopédicas fueron más frecuentes en los perros policía que en los de compañía 4. Resulta significativo que los cuidadores de perros policía de Nueva Zelanda hayan indicado que solo un 29% de sus perros tenía una funcionalidad normal, observándose una notable disminución de la misma con la edad 5. En los perros de búsqueda y rescate desplegados tras el atentado terrorista del 11 de septiembre del 2001 se encontró que padecían dos lesiones ortopédicas o vertebrales por cada 1000 horas de búsqueda 6, mientras que en una encuesta electrónica a entrenadores de perros de agility se indicó que al menos se producía una lesión en el 32% de los perros de entrenamiento o competición 7. Este porcentaje coincide prácticamente con el 33% reportado en otra encuesta sobre perros de agility 8, donde se afirma que el 58% de estas lesiones se produjo durante la competición. En resumen, las lesiones y las enfermedades musculoesqueléticas de estos perros desempeñan un papel clave en la necesidad de cuidados veterinarios y en la retirada del animal del servicio o de la competición, lo que demuestra la imperiosa necesidad de desarrollar estrategias preventivas.
En medicina humana, la incorporación de programas de entrenamiento neuromuscular ha resultado decisiva en la disminución del riesgo de lesiones musculoesqueléticas en atletas jóvenes y adolescentes. Estos programas pueden variar dependiendo del estudio, pero, en general, incluyen la realización de ejercicios de equilibrio y propiocepción, ejercicios pliométricos y ejercicios de coordinación. Los programas incluidos en la planificación de varios deportes juveniles durante al menos seis semanas han demostrado reducir la incidencia de lesiones deportivas específicas de las extremidades inferiores 9 10 11 como la rotura del ligamento cruzado anterior 12 y el esguince de tobillo 13, así como mejorar el equilibrio y la propiocepción 14 en estos atletas. La mayoría de los estudios que hasta la fecha han aportado pruebas evidentes se han centrado en niños de secundaria y bachillerato (12-18 años). Las futuras investigaciones sobre prevención de lesiones y mejora del rendimiento deberían comparar programas de entrenamiento específicos en niños de menor edad.
El acondicionamiento deficiente parece ser un factor de riesgo importante para el desarrollo de lesiones asociadas al deporte en atletas jóvenes. Sorprendentemente, el acondicionamiento de muchos perros de trabajo no es adecuado a pesar del elevado nivel de exigencia física al que están sometidos para desempeñar su labor. Algunas de las lesiones de los atletas tienen puntos en común con las de los perros de trabajo. Cabe esperar que introduciendo estrategias de acondicionamiento similares en los cachorros se reduzcan las lesiones relacionadas con la actividad en perros de trabajo. Estos programas para cachorros, que incluyen la exposición a superficies nuevas, los obstáculos y la interacción con personas, pretenden aportar beneficios adicionales relacionados con la capacidad de exploración, la confianza, la conciencia corporal y la propiocepción. A nuestro conocer, no se han publicado o evaluado programas detallados que se ajusten de forma segura y eficaz a las fases de crecimiento del cachorro. Desarrollar programas de entrenamiento neuromuscular adaptados a cada etapa de crecimiento del cachorro requiere comprender su desarrollo neurológico; para ello puede establecerse una relación con las etapas de desarrollo de los niños.
Las habilidades neuromotoras de los niños parecen desarrollarse en sentido cefalocaudal (desde la cabeza hacia las extremidades inferiores) y próximo-distal (del tronco hacia las extremidades distales). Durante el primer año de vida tiene lugar la “fase de movimiento reflejo”, donde el niño aprende sobre su cuerpo y el mundo que lo rodea, actuando sobre las redes neuronales establecidas entre el cuerpo y el cerebro. Inicialmente, los bebés solo presentan reflejos primitivos como el perioral y el de succión. Progresivamente, empiezan a desarrollarse los reflejos posturales a modo de preparación para los futuros movimientos voluntarios. Estos reflejos posturales incluyen el reflejo de enderezamiento, por el que se percibe el equilibrio, el reflejo de gateo, que permitirá el desplazamiento voluntario y el reflejo de prensión palmar. Durante el primer año de vida, el niño aprende a controlar la cabeza y el cuello para estabilizarse e iniciar movimientos voluntarios poco refinados. Estos movimientos empiezan a controlarse en torno al año de edad, permitiendo movimientos de partes de extremidades más dirigidos y la manipulación intencionada de objetos y del entorno.
Andrea L. Henderson
La “fase de movimientos fundamentales” tiene lugar entre los 3 y 7 años y es cuando los niños exploran de forma cada vez más compleja el movimiento corporal y el potencial del movimiento. Entre los 3 y 5 años, los movimientos empiezan siendo incoordinados y exagerados, mejorando progresivamente en control y precisión. Se desarrollan acciones como correr, saltar y mantener el equilibrio en un bordillo o a la pata coja. En la última etapa de esta fase, consiguen lanzar y atrapar objetos. Este periodo de crecimiento invita al trabajo de diversas habilidades fundamentales necesarias para el rendimiento deportivo. Es un periodo crítico donde los estímulos ambientales influyen en gran medida en el desarrollo de los movimientos fundamentales. De hecho, algunos adultos pueden quedarse en esta etapa inicial en determinadas actividades si no se practican o refinan mediante manipulación externa. A partir de los 7 años, los niños mejoran habilidades sencillas de su vida diaria. Hasta los 13 años y dependiendo del entorno, de la influencia cultural y de la suya propia, los niños continúan desarrollando secuencias de movimientos cada vez más complejos y de mayor precisión necesarias para la práctica de deportes. Los niños empiezan la “fase de aprendizaje continuo” a partir de los 14 años, donde practican y muestran habilidades que, además de la genética, los diferencian entre los demás como atletas de élite. Aquí existe un gran margen de mejoría en el desarrollo de habilidades y, la mayoría de las investigaciones realizadas en atletas jóvenes, están enfocadas en este grupo de edad. Intentar desarrollar habilidades especializadas cuando la etapa de maduración no es la adecuada para ello parece aportar pocos beneficios 15.
Como es de esperar, el desarrollo del sistema nervioso central del cachorro es considerablemente más rápido que el del ser humano. La médula espinal del cachorro alcanza su madurez a las 6 semanas y su cerebro a los 4 meses ya funciona a un 96% de las capacidades del adulto 16. Sin embargo, el sentido y las etapas del desarrollo neuromotor parece seguir una progresión similar a la del ser humano. Los cachorros nacen con una función vestibular intacta, lo que les permite adoptar la posición adecuada para mamar. Nacen sin coordinación muscular y sin poder apoyar las extremidades, pero a los 10-14 días adoptan una postura erguida (Figura 2). Pueden arrastrarse con sus extremidades anteriores a los 5-6 días de nacer y se ayudan de las extremidades posteriores a partir de los 7-10 días. Son capaces de soportar su peso con las cuatro extremidades a partir de las dos semanas y caminan, aunque de forma descoordinada, a partir de los 18-21 días. Los reflejos espinales y miotáticos aparecen a los pocos días de nacer, pero son débiles y difíciles de interpretar hasta que el tono muscular está más desarrollado, lo que tiene lugar a las 3 semanas de edad. El posicionamiento táctil de las extremidades (las anteriores primero) es consistente a las 5 semanas de edad, mientras que a las 6-8 semanas (aunque existen variaciones raciales) se observa la postura y el equilibrio del adulto, incluyendo las reacciones posturales de las extremidades anteriores primero y, después, de las extremidades posteriores 17.
Bess J. Pierce
El desarrollo comportamental del cachorro incluye el periodo sensible de socialización, que finaliza a las 13 semanas de edad. Durante este periodo de tiempo es esencial la manipulación del entorno y la exposición de los cachorros de trabajo a una variedad de estímulos visuales, auditivos y táctiles. Se ha demostrado que la exposición adecuada de los cachorros al entorno de la perrera, al entorno doméstico y a las personas conduce a una reducción significativa del estrés y de alteraciones del comportamiento (Figura 3), lo que conlleva un mejor rendimiento de los perros de trabajo 18.
Las características genéticas como la composición corporal también influyen en el rendimiento de especies diferentes al ser humano, pero este tipo de aptitudes pueden mejorarse en gran medida gracias a la manipulación apropiada del entorno, como mediante el entrenamiento neuromuscular. En un estudio con caballos 19 se demostró que solo cerca del 35% del rendimiento en velocidad puede atribuirse a la genética, mientras que el 65% restante se debe a factores del entorno como la nutrición, el entrenamiento y el manejo. Aunque esta área se ha estudiado poco en el perro, el acondicionamiento temprano puede contrarrestar, hasta cierto punto, las características genéticas subóptimas. En cachorros de trabajo, se ha demostrado que el entrenamiento de cinco días a la semana en un entorno controlado puede mejorar la puntuación en iniciativa, en seguridad y en el rendimiento para una serie de tareas necesarias para los perros de detección del Servicio administrativo de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos 20. En dicho estudio estos cachorros se compararon con los que recibieron un entrenamiento físico formal de una hora a la semana, por lo que se desconoce si existe una frecuencia mínima crítica con la que se obtendrían los resultados deseados. A los 3 meses de edad, los perros de la Aduana australiana mostraron capacidades que podrían predecir, hasta cierto punto, su rendimiento como adultos y cuyo refuerzo positivo estaba asociado a un mayor éxito 21. Esto sugiere que las intervenciones que influyen en el desarrollo neurológico pueden resultar beneficiosas en cachorros de menos de 12 semanas de edad.
La socialización temprana del cachorro es esencial para el desarrollo del vínculo entre el ser humano y el animal, su adaptación y la comunicación adecuada con las personas, tanto en perros de trabajo o de deporte como en perros de compañía. Los programas de socialización consisten en exponer al cachorro a una gran variedad de estímulos nuevos como personas, animales o diferentes entornos. El impacto de estos programas es todavía más importante en los cachorros que provienen de criaderos profesionales o de centros de perros de trabajo. Durante las primeras semanas de inmovilidad, los cachorros son sensibles a escasos estímulos táctiles, térmicos y locomotores. Por tanto, durante las tres primeras semanas de vida se debería incorporar la manipulación y la exposición a otros estímulos físicos a su conjunto de experiencias 22. En una población de cachorros de perros de trabajo, se evaluó un programa en el que se aplicaban estímulos entre los días 3 y 16 después del nacimiento. Los cachorros eran manipulados una vez al día durante 3-5 segundos: les cambiaban la posición de la cabeza y del cuerpo y les aplicaban estímulos táctiles interdigitales y estímulos térmicos (poniéndoles momentáneamente sobre una toalla húmeda refrigerada). Los cachorros que recibieron este tipo de intervención resultaron ser más activos y exploradores, más seguros en competiciones y más tranquilos, con menos señales de estrés y cometiendo menos errores a la hora de resolver problemas en situaciones diversas 23. Los estímulos visuales, auditivos y táctiles más complejos se pueden introducir desde las tres hasta las 12-14 semanas de edad, cuando finaliza el período crítico de socialización. Puede hacerse coincidir el desarrollo inicial del acondicionamiento neuromuscular con la exposición a superficies con texturas nuevas, a obstáculos y a otros estímulos del entorno (Figura 4).
Los programas de acondicionamiento del cachorro se deberían centrar en el equilibrio y la estabilidad, en la condición física básica y, en última instancia, en aquellas habilidades necesarias para actividades específicas. Durante su tercera semana de vida, el cachorro comienza a moverse de forma descoordinada y se pueden introducir ejercicios más específicos del aprendizaje motor. Para introducir el equilibrio estático con apoyo se coloca al cachorro de pie y en estación sobre una superficie ligeramente inestable, como un cojín de espuma. A medida que el cachorro camina y mejora su coordinación (desde la tercera hasta la sexta semana de edad) se pueden incluir ejercicios de equilibrio más dinámicos, como dejarlo caminar sobre una superficie ondulada, como cojines de espuma o un colchón. Tras la aparición del posicionamiento táctil a las 5 semanas de edad, se introducen pequeños obstáculos y variaciones del terreno para que el cachorro se abra camino superando estas dificultades.
El entrenamiento de la propiocepción es fundamental, particularmente el de las extremidades posteriores. Sin este entrenamiento, los perros presentan un déficit típico de control en dichas extremidades para caminar con seguridad y coordinación entre obstáculos. Cuando el cachorro tiene entre 12 y 16 semanas se introducen ejercicios más exigentes, como entrar y salir de una caja, caminar a través de superficies moderadamente inestables (como discos de equilibrio o cualquier otro objeto inflable) y hacer que el cachorro se gire o mueva en círculos mientras camina por ellas, introduciendo así el entrenamiento de movimientos de abducción, aducción y rotación (Figura 5). También se puede introducir el entrenamiento cardiovascular de bajo impacto; son particularmente beneficiosas las repeticiones breves, de 30 segundos de natación o de caminar en el agua persiguiendo juguetes (Figura 6). Con cachorros de 4 a 6 meses de edad se pueden realizar ejercicios funcionales más complejos como los cambios de posición (de pie-sentando-de pie, de pie-tumbado-de pie) en superficies inestables (Figura 7) y la recuperación de la postura a partir de posiciones extremas. También se pueden combinar movimientos, como girar al caminar sobre obstáculos o mientras se arrastran. Se deben incluir ejercicios dirigidos a la realización de tareas y a la resolución de problemas, como caminar sorteando obstáculos para obtener una recompensa. Las series de natación se pueden alargar (hasta 1-2 minutos cada una). Cuando los cachorros tienen de 6 a 12 meses de edad se introducen movimientos más específicos y finos, como subir los peldaños de una escalera, buscar en superficies inestables, subir y bajar rampas o caminar con las extremidades anteriores sobre una silla de ruedas. En esta etapa también hay que incluir el refinamiento de movimientos de motricidad fina en las habilidades funcionales introducidas previamente. A los 12 meses, el entrenamiento de habilidades altamente específicas se refina y se enfoca para maximizar el rendimiento en la labor definitiva como perro de trabajo o en las cualidades necesarias como atleta; esto incluye la realización progresiva de movimientos complejos de agilidad y de ejercicios de velocidad, de alto impacto o de propulsión excesiva 16.
Los programas de acondicionamiento en el cachorro se tienen que corresponder con su nivel de desarrollo neuromotor deben implementarse de forma segura, minimizando el riesgo de lesiones en fisis abiertas, ya que estas son las lesiones más frecuentes en el esqueleto inmaduro 24. En la mayoría de las razas grandes, los cartílagos de crecimiento de las extremidades permanecen abiertas hasta los 12 meses de edad. Los ejercicios pliométricos forman parte de muchos programas de entrenamiento deportivo para personas adolescentes. Sin embargo, estos ejercicios repetitivos de alto impacto (saltar desde lugares elevados, carreras prolongadas, etc.) deben evitarse en cachorros cuyo esqueleto sea inmaduro, por el alto riesgo de lesiones que implican.
Las actividades de acondicionamiento descritas en este artículo tienen por objetivo mejorar el rendimiento y reducir el riesgo de lesiones en perros de trabajo. No obstante, la manipulación progresiva de los estímulos del entorno es beneficiosa para todos los cachorros, ya sean animales de compañía o atletas profesionales. A los perros se les pueden enseñar habilidades para resolver problemas, mejorar su confianza y rendimiento en sus actividades básicas diarias, así como en tareas funcionalmente más complejas. Los profesionales que comprenden tanto las diferentes etapas del desarrollo neurológico del perro, como el aprendizaje motor y que aplican estos conocimientos en los entrenamientos progresivos funcionales, pueden ayudar a establecer un vínculo más fuerte entre el animal y las personas, reducir el riesgo de lesiones y mejorar la calidad de vida en general, respecto a cualquier capacidad.
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Bess J. Pierce
La Dra. Pierce es licenciada en Biología por la Universidad de Tulane, tiene un Máster en Ciencias sobre Biología de la Fauna Silvestre y es licenciada en Leer más
Andrea L. Henderson
La Dra. Henderson es Comandante del Cuerpo Veterinario del Ejército de Estados Unidos y trabaja como Directora del Servicio de Medicina Deportiva y Rehabilitación en San Antonio, Texas. Realizó la residencia en Medicina deportiva y rehabilitación, así como un Máster en Ciencias (enfocado en quinesiología) en la Universidad de Tennessee (Knoxville) en el 2014, obtuviendo su Diploma de especialista en el 2016. Leer más
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